Su lago, la gente, los charales, la nieve de garrafa, sus dulces de leche, coco, nuez, tamarindo y jamaica...
Un paseo
por la exótica Ribera de Chapala
Salimos de Guadalajara casi a la una de la tarde (debido al desayuno que terminó siendo casi almuerzo), en el camino un poco de la música de Os tribalistas, después de 45 minutos de paisaje carretero llegamos a la ribera. Nos estacionamos como a 6 cuadras de la calle principal (pues en domingo es muy difícil encontrar estacionamiento cerca al malecón).
Comenzamos el recorrido por la calle principal, traíamos una bolsa para día de campo, que contenía lo indispensable para pasarla bien: cervezas -por aquello de las altas temperaturas que se experimentan últimamente en nuestra cuidad- (además de que se permite beber cervezas en el malecón). Llegamos al mercado municipal... cuántas cosas hay que ver ahí, no hay mucho que decir, simplemente, es la mejor escena de la riqueza de México hecha frutas y verduras.
Continuamos con una agradable y calurosa caminata por el malecón (que por cierto está en remodelación), la parte que ya está lista es bellísima, lo han dejado muy bonito. Nos sentamos por ahí en una de las bancas que por cierto son cómodas, esto es un plus porque la mayoría de las bancas de parques y lugares públicos son muy pero muy incómodas.
Viendo el atardecer se acercó un ángel a ofrecernos papas fritas y charales. Teníamos tantas ganas de acompañar nuestro momento con alguna golosina que fue un regalo del cielo la aparición de esa niña. Charales con chile y limón, un sabor único y obligado si visitas Chapala por primera vez (o por segunda o cuarta). Después de un rato, decidimos recorrer el tianguis para ver las artesanías; pulseritas, máscaras, títeres, ropa, sombreros, huaraches, bolsas... y muchas opciones de comida y garnachas; elotes asados, micheladas, rusas, dulces de todo tipo, papas, jicama, pepino, sandía, pan, churros, cueritos, nieve de garrafa, cocadas... ¡mmm!
Disfrutando de nuestra nieve (la mía de mamey con vainilla) buscamos una sombra y nos sentamos a ver la gente pasar, los niños jugando con burbujas, parejas reviviendo su romance, grupos de amigos riendo, señores vendiendo globos, una estatua viviente, y mucha gente observando como nosotros.
Regresamos a Guadalajara a las 7 de la tarde, para evitar un poco el tráfico.
Nuestro domingo fue un paseo muy mexicano, una recarga de pilas. Un domingo de placer.
Nota: Si se le antojó algo de lo que aquí acaba de ver, leer o imaginar...
Usted tiene que visitar Chapala muy pronto. ¡La pasará muy bien!
Chapala es un lugar muy bello,esta muy divertida la reseña de Angie.
ResponderEliminarYo puedo recomendar Ajijic, también tiene un malecón remodelado. Puedes pasear por él, comer rico y deleitar tu vista con las galerías y restaurantes de la región.
Te dejo unas tareas tipo ¿Dónde esta Wally?: *Encuentra a un gringo que usa un grandesombrero de mariachi y pasea con un burro por las empedradas calles inclinadas de Ajijic.
*Tómate una foto con la mismísima réplica de Herby Fullyloaded, a este bochito lo podrás encontrar ya sea en Ajijic, en Chapala o en la farmacia Guadalajara.
Este es el color de Ajijic.
Los grandes viajes se nutren de los pequeños detalles no de las distancias recorridas. Viajes cortos, largos, lejanos, cercanos, todos son especiales en la medida en que los disfrutamos y Chapala tiene un encanto propio que claramente lo retratas, buen post!!! y felicies viajes!!!
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