

Nunca había hecho cañonismo antes, es divertidísimo... como cuando vas de excursión con tus amigos de la escuela y lo único que quieres es descubrir cada rincón y conocer nuevas formas de aventura.
Mi primer cañón fue en el viaje a San Luis Potosí -para la revista de este año- cerca de Rioverde en el cañón del Pinihuán. Salimos a las 6 de la mañana, compramos chocolates, barras integrales, fruta, mucha agua y cocacolas; no había tomado tanta desde los 13, pero después del primer trago entendí que ahí la bebimos para equilibrar nuestras emociones. Y las frutas... sólo para conectarnos con el medio. Los chocolates ¡siempre es bueno llevarlos!
Por momentos sentía felicidad en exceso, los minutos se me pasaban admirando los paisajes indescriptibles, otros cuantos los pasaba temerosa, pero los más, fueron sensaciones que no conocía. Estuvimos recorriendo el cañón casi once horas, bajo el sol, caminando entre rocas y plantas, rappeleando, saltando cascadas y nadando muchísimo.
Terminé agotada y desperté mi lado más explorador. Mucha adrenalina; aire, frío y calor excesivo.
Descubrí la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
compártenos tu experiencia